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jueves, 4 de diciembre de 2008

Virtud III


Mientras leía una a una las cartas... una extraña sensación de paz aquietaba todo su pensamiento y su espíritu. Su subconsciente, estaba tramando algo....Era una situción desesperada,¿ qué hacer?. Lleno de dudas y perplejidades y sin ayuda de nadie, tenía que descubrir algo que habia oculto. Cada ´momento prestaba más atención a las cartas esperando alguna indicación, alguna señal.

Posiblemente estarás ya aburrido de leer mi vida, pero te hago partícipe de ella porque te pertenece. Te ruego que achaques estas repeticiones a la tediosa monotonía de mi vida y "no a mi".
Realmente, no tengo nada importante que contarte....pero necesito que al menos sepas como sigo.
No estoy sola, me ayuda mucho mi portera... sin ella no te llegarían mis cartas. Es una mujer honrada, educada y respetable..yo diría que su belleza siempre fué irregular, pero hay algo en su persona que no sé interpretar. A veces, es tan reservada que parece me oculta algo.
Nuevamente, le venía a la cabeza la imagen de sus manos arrastrándose por el papel cuadriculado.
Mis recuerdos, cada vez van siendo más vagos e imprecisos... me empieza a fallar la memoria...y presiento que también mis manos. Sólo cuando deje de recordar, pararé.

Un beso.

Toda la discreción y la experiencia que había mantenido con otras mujeres...no le servían de nada. Tenía que actuar y pronto.....¡ pero cómo!.
Era consciente de lo falso y desesperada la situación. Las sirenas que cantaban en su corazón habían conseguido abrir sus ojos y sus oidos a "la llamada".
La advertencia que por fín le hizo despertar, que le llenó de una conciencia acusadora de su propia debilidad, creyó que fué la más sincera, y clara, puesto que le llegaba silenciosamente de ella..... y se puso manos a la obra.
Querida Laura.
Mi situación, agravada más aún por el reconocimiento (que se ha despertado en mí) creo que demasiado tarde de mi mísera flaqueza, se me está haciendo insoportable.
No quería que supieras mi paradero, soy un cobarde... un cobarde que sentía que debía cortar de una vez y para siempre la opresión con la que vivía, . Sentí, como mi corazón respondia al abandono con un dolor punzante, un dolor que me decía que pronto iba a perderte, y que tu pérdida iba a hacer mi amor más profundo. No soporto verte sufrir, perdóname.

Sentía que la sangre le subía a las mejillas y luego le refluía.... pero sentía un gran alivio.






4 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Me gusta cómo abordas el género epistolar. Esta modalidad siempre contiene la ansiedad de la siguiente carta. Veamos cómo continúa.

Anónimo dijo...

la carta, la espera de su llegada, la emoción al abrirla, nos tienes en tensión. Besos.

Rosa dijo...

Gracias Pedro, continúo.

Rosa dijo...

Fernando, gracias. A ver cómo me las ingenio......